10 de Octubre en la Romareda Zaragoza España







Estadio de La Romareda, Zaragoza. Después de muchísimo tiempo unos pocos privilegiados, casi 40.000 personas, iban a disfrutar de uno de los conciertos más deseados en este país. Héroes del Silencio iban a actuar en la ciudad que les vió nacer. Abrieron sabiamente las puertas a las cinco de la tarde. De esa forma la entrada fue muy suave, lenta a pesar de todo, pero sin las aglomeraciones ni los empujones típicos de estos megaconciertos.
Sus fans estaban muy nerviosos. Era mucho tiempo para algunos, once años de espera, sobre todo para los más jóvenes, por esa ilusoria percepción dolorosa de lento paso del tiempo que se pierde probablemente alrededor de los treinta. Jóvenes y "mayores" estaban expectantes por ver en directo a la banda que más pasiones ha despertado desde los tiempos de la movida. Los detalles no faltaban: Un escenario al más puro estilo Depeche Mode ó U2, una edición especial del “periódico de Héroes” donde aparecían las letras del posible playlist, entrega de pseudo-backstage, muy bonitos, que en realidad eran descuentos de una empresa de óptica, y en general una ambientación de primer nivel, que se cerró majestuosamente al final del concierto con un espectacular lanzamiento de fuegos artificiales. El nerviosismo aumentaba durante la espera, acuciado por una lluvia que pudo haber deshecho el sueño de muchos de ver en directo a su banda favorita. Finalmente, los rezos conjuntos de sus acólitos seguidores consiguieron espantar a las negras nubes, y con sólo un retraso de casi media hora empezaron a sonar las primeras notas del tema 'El estanque', a la vez que una sombra proyectada en las pantallas, con un fondo acuoso, nos mostraba la primera imagen de Bunbury de la noche. Esas siete pantallas gigantes estaban dispuestas para generar una gran ambientación, al más puro estilo de las giras "de los tres grandes", Depeche Mode, The Cure y U2. El escenario estaba bien distribuido. Era grande pero no enorme. Disponía de una pasarela iluminada que terminaba en un mini-escenario, que sería llamado Escenario B por los diseñadores de la coreografía. Desde allí, de una forma más cercana al público, se generaría la ilusión de cercanía para recordar, como indicaría el sr. Bunbury antes de tocar en esa posición, sus comienzos en clubs y bares de su ciudad natal, invitando al público a participar de una ilusoria proximidad. El público fue el coro permanente de prácticamente todas las canciones. El sonido fue fabuloso, 300.000 watios muy bien aprovechados,. Según comentó Enrique, la banda enfermó de gripe en Sudamérica y, a pesar de ello, Enrique Bunbury estuvo a la altura de las circunstancias. Y eso era mucha altura. PedroValdivia padecía más acusadamente esa gripe ya que mostraba un rostro hinchado y cansado. Los demás miembros parecían estar en mejor estado de salud, y el que mostró una sorprendente entrega y vitalidad, comparado con los demás, y dejando aparte a aquel que fue comparado con el mismísimo Nino Bravo, fue el hermano de Juan Valdivia, que hizo de segunda guitarra en esta gira, Pedro Valdivia. Enrique Bunbury cantó de maravilla, jugó con el público a la perfección, llenando de elogios constantes a la entregada audiencia. Especialmente fue bonito cuando pidió a todo el público que encendieran sus móviles, para construir un invertido firmamento, al son de su tema, 'La chispa adecuada'.

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